Hoy es 25 de Julio, día de Santiago. No se me ocurre un día más apropiado para contaros esto.
Como sabéis, estos dos últimos años el Camino de Santiago ha tenido especial relevancia en mi vida. Y allí he aprendido que, aunque la meta sea Santiago de Compostela, lo importante no es eso, sino todo lo que te va pasando y lo que vas aprendiendo. Todo lo que vas sumando a la mochila. Evidentemente, podría contaros un montón de anécdotas que me fueron sucediendo (¡imaginad lo que es una charla con los veteranos que llevan más aun que yo, que soy un “principiante”!), pero solo algunas merecen llegar a ser canciones. Y tengo varias que lo van mereciendo. Algunas están terminadas y otras no. Podría esperar a tener un álbum o dejar que me puedan las ganas y publicar algo como aperitivo.
¿Cómo solucionar este dilema? Con un disco en construcción. Tal y como planteé al principio de mi carrera, en los tiempos que corren (en los que los coleccionistas de discos nos debatimos con la inmediatez del streaming), una idea como la de la de ir publicando canciones sueltas (singles) hasta que el proyecto se pueda reunir en un álbum no es nada descabellada. Los Beatles ya lo hacían así, así que no estoy inventando la rueda, pero lo que está bien hecho debe seguirse.
Aún no sé si acabarán siendo canciones sueltas, un EP, un álbum… Prefiero ir viéndolo por el camino (valga la redundancia) e ir construyendo hasta donde el mismo proyecto me pida.
La canción con la que quiero empezar la he tocado unas tres veces en directo, así que a algunos os sonará: “Efectivamente”. ¿De qué puede ir? Pues de una noche que casi paso a la intemperie por un fallo tecnológico en el precioso pueblo de Coca (Segovia) en el Camino de Madrid. ¿Por qué ese título? Porque fue la palabra mágica de ese día. Pronto lo entenderéis.
La voy a estrenar el próximo viernes 8 de agosto, así que si aún no me seguís en plataformas (ya sabéis cuáles), podéis empezar a buscarme, porque esto va a estar muy bien.
¡Buen Camino!
